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LA ESCUELA DE SUMMERHILL

LA ESCUELA DE SUMMERHILL

 Recientemente en nuestra clase de Evaluación del rendimiento escolar, se hizo alusión a esta escuela, y nos hizo pensar que tal vez era el momento de echar un vistazo de nuevo hacia ella.

Summerhill fue fundada en 1921, en el pueblo de Leiston, Suffolk, a unos 160km de Londres. Era una escuela en la cual había 35 niños y 35 niñas agrupados por sexos y diferencias de edad.(5-7, 8-10, 11-15 y los mas mayores estaban individuales o en pequeños grupos).

Tenían un gran porcentaje de alumnos extranjeros. Cada grupo dormía en diferentes lugares. En habitaciones de 3 o 4 personas. Los alumnos/as vivian en libertad, no están obligados a nada.

Neill, su fundador,  opina que las escuelas que obligan a los niños a sentarse en pupitres, solo son buenas para aquellos que quieren niños dóciles sin espíritu creador y que encajan en una sociedad que tiene como objetivo el dinero. Pensaba que una escuela tiene que estar en función de la voluntad del niño y no al revés, por eso fundó Summerhill.

Partiendo del hecho de que si un niño tiene ganas de aprender, aprenderá lo enseñes de la manera que lo enseñes, los niños/as que iban a Summerhill no dudan en ir a clase, pero los que procedían de otros centros tardaban mas tiempo en desarrollarse. El tiempo de recuperación es proporcional a la adversidad que se le aplica. El record lo tenía una niña que procedía de un convento que tardo tres años en entrar a clase.

En Summerhill no había exámenes finales, los conocimientos adquiridos dependían de la voluntad de los alumnos. Cuando el alumno asistía a clase, no le dejaban de enseñale las asignaturas básicas, ya que si el alumno quiere pasar a la universidad tiene que superar los exámenes (eso si el alumno quiere), por tanto “es esclavo” de los exámenes de las universidades, al igual que los estudiantes de las escuelas convencionales.

En esta escuela todo el mundo era igual, tanto los profesores, como los alumnos, como el director, y lo demuestraban en la asamblea general; cada persona tenía un voto igual que el otro. Así el alumno no tenía miedo del profesor y por lo tanto no se sentía inferior, lo cual creaba confianza en uno mismo.

Neill cree que la función del niño es vivir su propia vida, no la vida que los padres piensan que ha de vivir, ni una vida de acuerdo con el educador. Todas estas interferencias y orientaciones por parte de los adultos no pueden producir sino una generación de autómatas. Si se hace aprender al niño a la fuerza, lo convertiréis en un individuo dócil, que se adaptará a un horario pero que no será plenamente feliz.

Veamos algunas de las diferencias entre SUMMERHILL  y las escuelas convencionales:

Summerhill parte de la idea de educar mediante la libertad del niño y que el niño es bueno por naturaleza. A partir de aquí, el niño solo y libremente se desarrolla de manera individual cogiendo confianza en sí mismo para afrontar la vida.

La escuela convencional, parte de que se tiene que enseñar al alumno a base de darle información, obligándolo a asistir a las clases y a estudiar, vigilando y controlando al alumno mediante exámenes periódicos. Es decir, en la escuela convencional se obliga al alumno estudiar con el objetivo de llegar a desarrollar al máximo su  inteligencia a base de darle información.

Eso provoca, en algunos casos, que el alumno pierda el interés por aprender ya que en ese momento  se siente desmotivado por la obligación de asistir a clase  y hacer el trabajo diario dirigido por el profesor.

En el libro Neill nos muestra que dando libertad, muchos alumnos fracasados y pequeños delincuentes han reconducido su vida  y han llegado a introducirse en un mercado laboral normalizado.

En la escuela convencional para  manejar estas situaciones  se utilizan métodos más drásticos, empezando por castigar y terminando, si es necesario,  por expulsar del centro escolar al alumno/a durante periodos de tiempo.

Otra gran diferencia entre Summerhill y las escuelas convencionales es el autogobierno, donde cada alumno tiene el mismo peso que cualquier profesor. En Summerhill se discuten los problemas de la escuela y se elaboran las leyes que se han de cumplir dentro del centro. A quien no las cumpla se le imponen castigos y multas elaborados también por los mismos alumnos, cuestión esta,  que aporta confianza a los niños, ya que de esta manera creen que tienen un sitio en la sociedad  y desarrollan un sentido crítico como futuros ciudadanos.

En las escuelas convencionales este sistema de autogobierno no existe, son los profesores  y el sistema los que elaboran y hacen cumplir las leyes y normas establecidas en la escuela.

Se podrían ampliar las diferencias, ya que en el libro se pormenorizan otra serie de temas como son sexo, religión, moral..., pero hemos seleccionado algunos de ellos, con el fin de hacer una breve reseña de esta escuela.

Valoraciones personales

En sí las ideas que fundamenta la escuela de Summerhill son muy interesantes, pero en el libro, a nuestro modo de ver se repiten demasiado las mismas ideas, y deja poco espacio para que otro tipo de metodologías puedan también aportar buenas ideas  o alternativas para el desarrollo  integral del niño/a.

Creemos que plantea una escuela diferente, pero si entrasemos a analizar un poco más en profundidad vemos que puede ser un colegio como otro cualquiera, excepto en la organización arquitectónica, los horarios y la metodología. Pero finalmente los preparan para el mundo laboral igual que las demás escuelas.

Esta bien que los niños /as se desarrollen en libertad, y después de leer el libro y diversas opiniones y páginas de Internet, pensamos que tal vez sea una realidad el hecho que los niños/as que hayan recibido allí su formación hayan estado más preparados para integrarse en la sociedad debido a que se les haya trabajado la  autoestima y autonomía de una manera más específica que muchos otros que reciben su educación en escuelas convencionales, pero ¿Solamente los niños/as educados bajo esta metodología consiguen ser autónomos, libres y felices?

Se dice “El principal objeto de la educación no es el de enseñarnos a ganar el pan, sino en capacitarnos para hacer agradable cada bocado”

 

Nosotras pensamos que para llegar a este fin no existe un camino único, ¿y vosotros que pensáis?

Rosa Vega y Esther Rivas

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