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Sobre “Practicum y evaluación de las competencias”

Sobre “Practicum y evaluación de las competencias”

De la página recomendada en la asignatura (www.ugr.es) se ha visto la amplitud de concepto de competencia y el frecuente uso que se le da en la actualidad a pesar de la ambigüedad del término.

Después de ser definido por Spencer y Spencer entre otros de los muchos que ha concretado el término en el contexto actual,  es evidente que está muy orientado al ámbito laboral y profesional. De hecho el texto nos vincula dicho término con el de prácticas después de una formación académica. Deja pues evidente que el perfil profesional que hoy en día se exige no se limita a la mera adquisición de conocimientos aislados si no que son contextualizados en una profesión en particular o en una tarea.

De lo anterior diríamos que una competencia es una característica individual que se puede demostrar con un desempeño excelente. Y con esa característica, ¿se nace o se entrena?

En nuestra opinión, nos motiva aquello que se nos da bien  por aptitudes individuales, por lo que, al estar asociado, garantiza que una persona pueda ser competente hacia una tarea. Pero dicha tarea se compone de otras tareas intermedias que hay que dominar para conseguir el éxito que se espera. Estas tareas intermedias son las competencias.

Está claro que hoy en día no es suficiente con saber algo. Por ello en los diferentes estudios se da una importante carga al periodo de prácticas, principalmente en aquellos estudios que contribuyan al desarrollo económico, o lo que se ha considerado desde la Ilustración “ciencias útiles”.

Hasta aquí podemos ver una asociación del término competencia en cuanto a teoría y práctica en lo que venían siendo los contenidos de carácter conceptual y procedimental. Por tanto, es un término nuevo en cuanto a que integra los anteriores; pero no puede considerarse como una novedad, como un descubrimiento o panacea que resolverá mediante la formación, los problemas sociales y económicos del mundo. Los conceptos y procedimientos llevan vigentes desde 1990 (LOGSE) y tanto el desarrollo como la evaluación de los mismos no han paliado el fracaso escolar.

Pero hay que reconocer al término competencia el no ceñirse con exclusividad al ámbito profesional, pues también contempla lo personal en lo que se consideran competencias genéricas o transversales. Aunque tampoco es nuevo en este aspecto, ya que también aparecían en nuestro currículo unos contenidos actitudinales.

Por lo tanto, pese a la acogida que tiene el término competencia en la actualidad, hay que reconocer que su mérito radica en integrar los tres contenidos anteriormente citados y en la importancia que se le da a la experiencia en cuanto a que dispone al individuo ante un contexto realista en el que desarrollar las tareas, que por aprendizaje o de manera inherente a la persona, saber adecuar a un momento o circunstancia concreta en el ámbito profesional.

Si el ámbito usual de la competencia es el laboral, la educación es la simple transición al empleo.

En Los cuatro pilares de la educación (Jaques Delors) se defiende la educación como instrumento con el que combatir las desigualdades. De tal forma que en el informe de este autor aparecen máximas tales como:

-          La educación frente a la crisis del vínculo social.

-          La educación y la lucha frente a las exclusiones.

-          La educación para el desarrollo humano.

-          La educación y el desarrollo social.

Sin duda el Informe Delors, aún describiendo una educación tan integral como la de las competencias, supera la pedagogía de las mismas, pues a lo que se resumen las competencias es a un saber, un saber hacer, un saber ser y un saber estar, en pro del desarrollo económico. Pero ya en 1994, en dicho Informe se explicitan una serie de aprendizajes que superan con creces a las competencias, no sólo en progreso económico sino en el social, ya que la educación, en el amplio sentido de la palabra integra aprender a conocer (aprender a aprender), aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

Hablar de competencias es el simple intento de hacer creer que con éstas cambiaremos el perfil social, pues apuntan a reforma aún siendo sólo palabras.

Se crean expectativas de mejora al cambiar educación por competencias cuando el cambio es la única cosa inmutable.

Rosa Vega y Esther Rivas

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