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Estudio de casos

A propósito de los casos que estamos trabajando en la asignatura quería contar otro que viví muy de cerca hace unos años.

Había una niña matriculada en 1º de Educación Primaria que presentaba un desfase curricular y tenía problemas con la lectoescritura. No tenía mucho vocabulario y desde infantil se venía diciendo que la niña tenía mucha falta de estimulación en casa. Recibía apoyo por parte de PT y AL. Pero lo más significativo era que la niña decía en clase que no desayunaba y la maestra también comprobó que no traía nada para el recreo.

A la tutora le pareció conveniente entrevistarse con la madre para comentarle el desarrollo académico de la niña y lo del desayuno. Se debió ofender por la cuestión a tratar porque lo que restó de curso se dedicó a hacerle la vida imposible  la profesora.

En las reuniones generales de padres se dedicaba a hablar por el móvil y aunque se la invitaba a salir mientras hablaba, ésta hacía caso omiso y después pedía disculpas muy amablemente ante los demás padres.

En las entrevistas individuales hubo insultos hacia la compañera, por lo que decidió seguir haciendo reuniones, por el bien de la niña, aunque acompañada por otros compañeros para que fuesen testigos de tales improperios.

La madre se tomó la revancha y desafió trayendo a su marido, a sus cuñados y a su hermana a tales entrevistas. Llegó hasta tal punto el retar a la maestra que fue generando rumores de que los niños sufrían maltrato físico, que les gritaba y les arañaba porque su hija iba marcada todos los días de clase.

Un buen día, antes de entrar, la señora en cuestión tuvo la genial idea de llevarse la cámara de fotos para fotografiar a los niños en la fila y a la tutora mientras con su mano organizaba a los niños para entrar al edificio. Estas fotos llegaron a la inspección, junto con informes de una psicóloga de un gabinete que afirmaba que la alumna tenía pánico a asistir al colegio por  miedo a su “seño”, (probablemente fuese verdad, pero que el miedo venía no de la maestra sino de cómo su madre debía hablar de ella en casa y el conflicto que para la menor tendrían ambos contextos). La intención de la madre era cambiar a su hija de grupo a toda costa.

Descalificó a la profesora y predicaba falta de profesionalidad con otros compañeros que atendían a la niña, argumentando que con ellos no tenía problemas sino todo lo contrario, para regalar el oído ala plantilla de profesores para que la maestra no se viese apoyada. Nadie, por supuesto, dejó de apoyar a la compañera y todo el mundo conocía a esta persona.

Desde la inspección nos vinieron a visitar y evaluaron la capacidad docente de esta profesora y vieron que no había ninguna irregularidad sino todo lo contrario. El resto de familias estaban muy contentas y los niños tenían buen nivel curricular.

Esta experiencia le costó una depresión a laprofesora y afortunadamente los compañeros y padres supieron apoyarla. Podía haber sido más difícil aún si algunos padres se hubiesen sumado a esta madre (o compañeros).

Desde la Administración, la Constitución y otros organismos hay gran abundancia de servicios a disposición de los menores, y apoyos y recursos a las familias. Los orientadores proporcionan estrategias a los profesores para que hagan de mediadores en la intervención psicopedagógica. Pero, ¿dónde están los servicios para los docentes que sufren situaciones de acoso laboral y faltas de respeto ya desde la etapa de educación infantil? ¿Por qué no hay medidas que pongan a cada uno en su lugar y que valoren una importante tarea social?

Cada vez hay más casos de amenazas y agresiones físicas y verbales, sobre todo en los IES, de alumnos y padres hacia los profesores. Y se está haciendo tan público, que en vez de parecer desde los medios de comunicación una denuncia a estas situaciones, parece publicitar que nada nos ampara. Desde la orientación también deberían darse estrategias e información en defensa del profesor porque, desde luego si existe, la desconocemos; y si la hay es escasa e insuficiente.

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